Cada año, el 21 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Paz en todo el mundo. La Asamblea General ha declarado esta fecha como el día dedicado al fortalecimiento de los ideales de paz, a través de la observación de 24 horas de no violencia y alto al fuego.
Así también, la fecha pretende fortalecer los lazos de las personas de todo de mundo, celebren la sana convivencia, el encuentro de nuestras culturas y contribuir en el desarrollo de nosotros como sociedad.
El origen de esta fecha se remonta al año 1981, cuando la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció mediante Resolución 36/67 proponer la iniciativa de crear un Día Internacional de la Paz en que se declara: “que el tercer martes de septiembre, día de apertura del periodo ordinario de sesiones de la Asamblea General, será proclamado y observado oficialmente como Día Internacional de la Paz”. Señala la resolución que uno de los principales propósitos será “dedicado a conmemorar y fortalecer los ideales de paz de cada nación y cada pueblo y entre ellos”.
Dos décadas más tarde, en 2001, la Asamblea General decidió por unanimidad designar mediante resolución 55/282 este día como Jornada de No Violencia y Alto al Fuego “a fin de que todas las naciones y pueblos se sientan motivados para cumplir una cesación de hostilidades durante todo ese día”.
Sin embargo, lograr la paz verdadera conlleva no solo deponer las armas. Requiere la construcción de sociedades en que todos sus miembros sientan que pueden desarrollarse. Por esto último, es que cada año se adopta un tema o enfoque para enviar un mensaje a la comunidad internacional.
El tema del 2022 es el racismo cuyo lema se lee: “Pon fin al racismo. Construye la Paz”. En palabras del Secretario General Antonio Guterres: “el racismo sigue envenenando las instituciones, las estructuras sociales y la vida cotidiana en todas las sociedades. Sigue siendo un factor clave de la desigualdad (…) desestabiliza a las democracias, erosiona la legitimidad de los gobiernos (…) es un flagelo que se encuentra inequívocamente ligado a la igualdad de género”.
Por último, unirse al llamado de las Naciones Unidas, es hacer realidad el esfuerzo de miles de personas que sueñan con ver un mundo libre y sin discriminación de ningún tipo. Un mundo en que la compasión y la empatía superen el odio. Un mundo en que reconstruyamos la confianza y la cohesión social que nos permita una convivencia más sana, para así mirar con mayor optimismo nuestro presente y el futuro de las próximas generaciones.